sábado, 15 de febrero de 2014

Previsible

Era como si una hilera de hormigas me subiera por el cuello y me llenara la boca con su movimiento. Taché la palabra y empecé de nuevo. Algunas letras me atraían y yo las dejé hacer, - déjalas que bailen a su ritmo-. Leyendo noté que todo fluía, que aquella cascada de nuestro viaje tenía algún sentido. - No te duermas – me decías. Y yo te abrazaba fuerte y tú me acariciabas la nuca como yo siempre le hacía a mi gato. Él solía ronronear para mostrar su estado de felicidad. Tú también, y eso me abría el apetito. – Que bien – me decías. Y yo también ronroneaba. Y tú no entendías nada. Y yo siempre quería saber por qué. Entonces te enfadabas y decías que el tiempo se me escapaba de tanto pensar. – No te preocupes – te decía. Y tú sonreías esperando, a continuación, mi tan previsible discurso.

29 de agosto de 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario