¿Dónde te has metido?
Lo que no puede ser es que te vayas así, de repente, sin decir nada.
Yo si quieres te mojo los labios, con algo dulce o con agua, lo que tú prefieras.
¿Ya no quieres dormir debajo de mi almohada?
Es una lástima.
Con lo que le gusta a mi piel murmurar palabras desconocidas en sueños.
Y a mí esconderme debajo de la cama para esperarte por la mañana.
No importa.
Esperaré un poco, y luego, más tarde, cerraré la ventana.
Entonces seguro que ya has vuelto.
Y me harás cosquillas.
Y nunca podré devolvértelas, pero me reiré mucho, mucho.
29 de agosto de 2006
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