Alguien me dijo una vez que todos tenemos una rueda que gradúa nuestra intensidad a la hora de vivir y sentir nuestras experiencias. Mi rueda se estropeó un día, y mi intensidad se quedó atrapada al máximo, entrando en un bucle imposible de parar. Entonces llegó él e intentó ayudarme a arreglarla. Consiguió moverla y llevarla al mínimo, pero algo falló. El punto que anteriormente había sido cero, ahora se había convertido en punto mil. Era imposible reducir la intensidad, sólo podía aumentarse más y más. Le dije que había que hacer algo, que mi corazón no iba a soportar tanta emoción. Fue entonces cuando él me dijo: - Adiós-.
16 de noviembre de 2013
Uff ... Sentimientos casi dolorosos.
ResponderEliminarBuenas tardes ojazos
Ojalá fueran sólo "casi"
EliminarBuenas tardes para ti también :)
El corazón es confuso ...
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