No hace falta que nadie me mienta para creerme una realidad propia que, por supuesto, considero verdadera. Y cuántas veces luego ha llegado el momento en que descubro que era una realidad falsa inventada por mí, cuántas.
Algunos lo llaman creencias, otros expectativas, y si se alían con tus pensamientos y sentimientos, te engañan sin necesidad de ver la tele, os lo aseguro.
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