jueves, 12 de junio de 2014

Piedras

Había una vez una niña que tropezaba una y otra vez con la misma piedra. Un día, de tanto tropezar, la piedra se hizo pedazos y dejó de ser piedra para convertirse en polvo. Entonces la niña se dio cuenta de que la experiencia le había servido para algo. Acababa de descubrir lo que era aprender, y no cualquier cosa, sino algo que no creía capaz de aprender. Se sentía muy feliz, porque desde ese momento dejó de ver la piedra como algo negativo. Tenía una sensación de alivio muy grande, de haberse quitado un gran peso de encima. Cuando la niña se hizo mayor y fue mamá, le contó la historia a su hija, el cuento de aquella piedra preciosa que jamás olvidará.

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