El otro día soñé contigo. Era un sueño que sucedía en el presente. Nos volvíamos a ver, y en vez de haber servido para algo el tiempo separados, para distanciarnos y enfriar lo nuestro, ocurría lo inesperado, todo lo contrario a lo que habíamos imaginado. Al vernos, se multiplicaba la atracción, hasta el punto de romper nuestro pacto y olvidar por completo aquellos principios de los que habíamos hablado, aquellos que un día te prometí ser capaz de respetar.
Al despertarme comprendí que el subconsciente no entiende de promesas entre tú y yo ni de estrategias estúpidas para combatir ciertas emociones primarias.
Al despertarme comprendí que el subconsciente no entiende de promesas entre tú y yo ni de estrategias estúpidas para combatir ciertas emociones primarias.
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