Hay resquicios del pasado que se quedan contigo para siempre, por mucho que intentes enterrarlos para no verlos. Restos que en su día formaron parte de ti y que por algún motivo ya no estás dispuesto a mantenerlos contigo. Aún así, al final hay que acabar admitiendo, aunque duela, que no serías quién eres si no fuera por ellos.
11 de agosto de 2014
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